La historia que les voy a relatar es a cerca de haber recibido la noticia de ser hiv posiva decidí no ponerme en víctima sino lo contrario de tal forma que un dos años después estoy dando a luz una niña a los 50 años ,completamente sana hoy llevo una excelente calidad de vida y feliz.
Nunca pensé que no me podía tocar. Enterarme cambió mi vida, sí, la hizo más positiva. Hoy sigo siendo Néstor. Mi vida no gira en torno al VIH, pero estas tres letras son mis compañeras.
Como un rayo de sol, iluminó mi mirada y lo ví. Era mi compañero de carrera y desde ese momento fue también motivo de suspiros. El amor fue mutuo, y con su progreso aumentó también la confianza, me contó que vivía con VIH, hecho que no me generó ningún tipo de inquietud, al contrario. Los miedos a enfrentar aparecieron desde otro flanco, yo acababa de divorciarme y tenía dos hijos que él también tenía que aceptar… porque de eso se trata, de un constante proceso de aceptación de la otra parte. Si hay amor, todo es posible, podemos tener mil impedimentos pero si hay amor, hay esperanza. Es como el sol grabado en la piel, siempre está, imperecedero. Conocé mi historia.
Mi mamá se enteró que tenía hiv al mismo tiempo de enterarse que estaba embarazada de mí, nací negativa, no me lo transmitió. Luego nació mi hermano HIV positivo, a mis 9 años falleció mi papá por esto y a mis 17 mi mamá. Desde ese momento me hago cargo de mi hermano, quien ahora tiene 21 y yo 25.
Secuestro y tortura en la ESMA en noviembre del 76. El compromiso social y político y la militancia en una villa del conurbano norte de Buenos Aires. Exilio en Uruguay y en Honduras (Centroamérica) durante 7 años. La “sobrevivencia”. La práctica fundamental y permanente del proceso de “enseñar – aprender” con el legítimo otro.
La búsqueda de las Abuelas no termina con cada nieto. El encuentro de un nieto significa traerlo a la vida. La identidad es un derecho primordial. Maxi vio la luz en octubre del año pasado.
El 10 de mayo de 1976 secuestran a mi hermano Gustavo cuando tenía 17 años. En junio, mi madre Thelma se encuentra con otras madres reclamando en las filas frente a organismos del estado, entre ellas Azucena Villaflor. En septiembre de 1976 se forma la Comisión de Familiares de desaparecidos y detenidos por razones políticas y Thelma es nombrada Secretaria de organización. El 30 de abril de 1979 es secuestrada y llevada a la ESMA, durante su cautiverio sale una entrevista fraguada en la revista Para Ti, uno de los hechos más vergonzoso de la prensa argentina durante la última dictadura cívico militar.
Llegué a los 14 años de Santa Fe luego de ser expulsada de mi hogar. Era una niña perdida en la ciudad, me hice a los golpes y terminé envuelta en la prostitución, hasta que a los 18 años adopté a mi hijo y todo cambió. A los 28 años contraje VIH, y saqué fueza de donde sea para salir adelante y poder criarlo como yo había soñado… y lo logré. Hoy él tiene 26 años, y es mi razón para seguir viviendo.
Hoy tengo 28 años. Cuando tenía 15 años ingresé a un hogar de adolescentes y estuve ahí hasta mis 20 años cuando egresé. Convivir adentro del hogar con los otros chicos, con los operadores era difícil. Día a día había que aguantar adentro y afuera. El estudio, el trabajo. Convivir con gente que nunca conocí en mi vida.
era una mañana extremadamente hermosa. El aire cálido del amanecer del 16 de febrero del 2008, lejos estaba de representar una noche tan oscura como la que había perecido. Una extraña sensación de calma me desbordaba, no tenía miedo ni sentía dolor físico alguno, aunque las luces de la ambulancia intentaban recordarme que algo había cambiado: yo había mutado.
Pero… ¿Cómo?
Mirar más allá de lo que se ve a simple vista, de eso se trata. “incluir” es mucho más que una palabra, para lograr una verdadera igualdad es menester derribar las barreras que alzan los mitos. Preguntar, contestar, dialogar, comunicar, debatir y sentir… en primera persona, y en el lugar del prójimo. Conocé a Leandro, y su aparente vida sin manos.
Convivo con mi discapacidad y con una sociedad que no está preparada para entender que soy parte de ella. Antes estuve de un lado y hoy estoy de este otro. Convivo a diario con la gente, que cuando pido un asiento en un medio de transporte, no siempre acceden de buena gana. “¿¿¿De que estas discapacitada???” me preguntan. Son muchos los insultos, malos tratos. No la ven x que no la sienten. Tengo Artritis Reumatoidea y Fibromialgia, dos enfermedades crónicas muy dolorosas. Nada es casual y de todo se aprende: yo aprendí que hoy me siento más útil que antes porque siempre hay alguien que la está pasando peor que yo, y ahí estoy, aunque sea con un abrazo, para que alguien no se sienta solo. Aprendí que no debo esperar que el otro cambie. Aún en su lecho, el enfermo, puede hacer maravillas, hasta podría salvar una vida solo depende de uno mismo.
Aunque resulte extraño, el dejar de caminar me liberó y posibilitó una mayor autonomía. Al tener una enfermedad muscular, mi cuerpo erguido para caminar estaba al límite. Era tan inestable que con un simple roce podía caerme. Mi fuerza no alcanzaba para sentarme y levantarme varias veces en el día. Luchaba con mis propios miedos y el de una sociedad que fomentaba que no bajé los brazos y siga caminando a toda costa… ¡a costa mía! Ahora me muevo en un scooter eléctrico. La mirada del otro se transformó: no es lo mismo ser un andante que un rodante. Trabajo en Fundación Rumbos, impulsando acciones a favor de un hábitat físicamente y socialmente inclusivo. Soy Licenciada en psicología, periodista y sigo estudiando.
Podría afirmar que mi padre y mi madre fueron heterosexuales y que el día que nací me vistieron con la ropa celeste de rigor. Que en los cumpleaños recibía autitos y pelotas, que en una etapa me gustaba el box y llegue a tener una bolsa, jugué al fútbol hasta la adolescencia y en mis primeras fantasías no habían hombres.
Sin embargo algo ocurrió en el camino y ahora soy un gay orgulloso de mí y de la comunidad queer entre otras.